"El hombre justo no es aquel que no comete ninguna injusticia,
si no el que pudiendo ser injusto no quiere serlo"


viernes, septiembre 23, 2011

Cuentos inconclusos

El cuento inconcluso es la obra póstuma por excelencia. Basta con googlear esas dos palabras para obtener 80.100 resultados en 0.24 segundos. Ponele que haya páginas que hagan referencia a la misma obra, de todos modos, el número es gigantesco igual.
El cuento sin final tiene un saborcito especial, como ningún otro escrito. Debido a que el autor ya no está (puede que esté muerto, ausente o con fiaca), nunca tendremos la certeza de lo que habrá querido decirnos. La conclusión queda ahí, para que nosotros la podamos imaginar fantástica, inigualable. Una obra maestra. Es el cuento que termina tal cual nosotros queríamos que termine.
Es el cuento perfecto. Ya hubiera querido yo que muchas historias quedaran truncas para poder imaginarme el desenlace. En mi final, por ejemplo, jamás Romeo hubiese sido tan pavote ni Phoebe hubiese elegido a Mike por sobre David. Ni en sueños.
Yo no quiero esperar hasta el cajón para dejar algunos escritos sin final. No quiero hacer que mis cuentos se pierdan la oportunidad de que alguien les imagine un final que yo jamás escribiré. Es por eso que acá, en esta humilde morada, dejo algunos de mis relatos inconclusos, aquellos que tienen un final distinto para cada lector. Esto es “Escoge tu propia aventura” pero sin límite de opciones ni números de páginas salteados.


La noche feliz
Esta noche voy a salir con ella. Estuve esperando este momento desde el colegio secundario. Desde ahí que le vengo tirando los galgos pero ella siempre se encargó de esquivarlos con una maestría fantástica. De todos modos, yo nunca me rendí. Siempre sospeché que ella no podría resistirse toda la vida a lo que siente por mí.
Me voy a empilchar con lo mejor que tengo. Me compré una camisa que pareciera que la hicieron pensando en mí. Voy a usar un jean y unos zapatos re pitucos. La verdad, esta piba realmente me mueve la estantería, porque no me he vestido así para nadie antes. Incluso creo que me voy a poner colonia y todo eso.
Tengo pensada llevarla a un comedor bien cheto que hay en el centro. Estuve ahorrando unos meses porque sabía que alguna vez iba a aceptar, así que la guita no es problema.
Después, si todo sale como lo planeado, vamos a dar unas vueltas por ahí, tal vez un helado en Grido, después parque, costanera, río… lo más romántico que se pueda.
Lucho, un compañero pachanguero de la oficina, me contó de un telo que está copado. Habitaciones temáticas y toda la bola. Sale medio salado, pero como ya dije, ese no es el problema esta noche.
Tengo todo perfectamente planeado y organizado. Esta noche es LA noche.
Bueno, me voy a bañar. Tengo que estar pulcro y suavecito para esta noche. A ver, me está sonando el celular… Es ella… ¿Qué querrá?
“Hola”, le digo. “Hola”, dice ella. No me gusta ese tono de voz.
Tomo aire y le pregunto “¿Cómo estás?”. Ella hace una pausa antes de responder y dice…


En el blanco
Él es profesional. Estuvo planificando cada detalle del asesinato minuciosamente. Desde que recibió la orden, el nombre, el pago y una foto de la víctima, hasta hoy, el día elegido para efectuar el disparo, transcurrieron tres meses. Tres meses que se esfumarán cuando presione el gatillo, cuando la bala despedace el corazón y la sangre escape a borbotones por el pecho y la boca. Apenas tres segundos. Máximo.
Hace dos días que ya está esperando. Escogió y reservó el departamento frente al banco hace dos meses ya, pero recién hace dos días se instaló, asegurándose que nadie lo viera.
Hace más de tres horas que está esperando con el arma montada. No está ansioso. No está nervioso. Sabe que el blanco está dentro del banco, haciendo una extracción. Sabe que saldrá en poco tiempo y por eso también sabe que no puede distraerse. Hace demasiado tiempo que ya no se distrae. Nunca.
Es la hora justa. El tránsito merma considerablemente a esta hora. La acera está desierta. El silencio algo sabe, porque está colmando la ciudad, expectante.
La puerta del banco se abre lentamente. Un señor demasiado bien vestido cruza la calle velozmente. La puerta no alcanza a cerrarse y una mano de mujer la vuelve a abrir.
Es el momento. Hay poco tiempo y todo tiene que ser preciso.
El pibe no debe tener más de diez años. Su madre lo retiene con una mano mientras sostiene abierta la puerta con la otra. Sonríe, ajeno al mundo que se apagará en momentos.
La mira telescópica encuentra el pequeño corazón de inmediato. Apenas unas céntimas de segundos tarda en apuntar…


El cuento más lindo del mundo

Había una vez...


Secreto a gritos
-Tengo algo para decirte.
-¿Qué?
-Vos sabés… hace tiempo que necesito hablar con vos, decirte estas cosas…
-Bueno, no sé qué estás esperando. Nos vemos a cada rato, creo que hubieras podido encontrar el momento para hacerlo.
-Sí, seguro… pasa que no es tan fácil para mí… viste como soy.
-Sí, ya sé… rompe pelotas.
-No jodás. En serio es importante lo que te tengo que decir.
-Ok, ok... soy todo oídos.
-No sé siquiera por dónde empezar…
-Uhhh, la puta madre… qué manera de dar vueltas.
-No te digo nada si te vas a poner así.
-Como quieras. Vos dijiste que querías hablar.
-Bueno, che. Te digo igual.
-Dale.
-Como te dije, hace tiempo ya que quiero decirte esto…
-Ahá…
-Y no sé por dónde empezar a decirlo.
-Ahá… de nuevo.
-Pasa que yo pensé que te ibas a ir dando cuenta con el tiempo.
-¿De qué?
-¡De esto que tengo que decir!
-Ah, claro… claro.
-Pero parece que no… o lo disimulás muy bien.
-No soy de disimular.
-¡Bueno, entonces sos medio banana!
-Eso puede ser.
-Pasa que esto que me pasa, no me pasó nunca antes… con nadie.
-Epa.
-No aguanto más esto… te lo tengo que decir de una vez y aferrarme a las consecuencias…

Quiero ver
Quiero ver en tu corazón, saber lo que tenés guardado ahí. Quiero ver a través de tus ojos y saber cómo ves el mundo. Quiero ver por tu sonrisa de ángel, perfecta. Quiero ver los colores de la manera que los imaginás vos. Quiero percibir la realidad con tu fantasía constante. Pero por sobre todo, quiero ver…



Yo creo que la vida es un cuento inconcluso. O más bien, una serie de ellos.
Transitamos historias infinitas. El amor, el dolor, los sueños, la profesión. Todos son puntos suspensivos constantes. El punto final, llega con la muerte, por eso es que tanto miedo le tenemos al The End, a la tapa dura.
Lo bueno de todo esto es que Dios tiene preparada una historia sin final para cada uno de nosotros. Una historia que no terminará jamás, una historia para escribir eternamente.
Mientras, en el camino, tenemos que aprovechar estos cuentos sin final, porque si nos conformamos con el primer punto que se nos cruce, no llegaremos jamás a la sangría del siguiente párrafo. El secreto de todo esto está en…