Hoy es un día
maravilloso.
La raza humana,
parada sobre sus cenizas, se abraza a la esperanza y brinda por el futuro que
creía perdido. Tuvimos que sufrir demasiado. Perder todo lo que creímos importante. Aprender a valorar la vida más
allá de cualquier cosa. Unirnos, desesperarnos, llorar, morir, desahuciarnos. Renacer.
Durante años
creímos que el calentamiento global y sus consecuencias serían un problema del
cuál tendrían que preocuparse nuestros nietos, a lo sumo nuestros hijos. No
quisimos verlo. No nos preparamos y nos tomó desprevenidos.
El primer síntoma
grave fue el aumento de temperatura. Los polos sangraron el precioso líquido
vital y el invierno pasó a ser sólo una marca en los calendarios. La muerte se
vistió de huracanes, tifones e inundaciones. Después el agua decidió alterar su
ciclo y desaparecieron las lluvias. Las nubes fueron cada vez más robustas y el
sol un astro cada día más lejano. El ambiente contaminado, los gases liberados
y la excesiva humedad del aire formaron una barrera para el sol, para el agua y
para cualquier otra cosa que intentara filtrarse. Quedamos encerrados.
Los océanos ganaron
terreno y el agua salada se filtró a los ríos. Los peces murieron contaminados y su podredumbre y pestilencia llegó a todos
lados. En apenas unos meses el agua dejó de ser potable y la humanidad toda
dependía de las vertientes y las napas más profundas que permanecían dulces. Los gobiernos restringieron los sitios donde
la tierra emanaba el néctar de la vida y las armas nucleares dejaron de ser el
parámetro que hacía poderoso a un país.
Las economías se
derrumbaron, la agricultura, las industrias, el transporte, y toda otra
actividad comercial tuvo que adaptarse para subsistir.
La ciencia calculó
que, reduciendo la población mundial un 95%, tendríamos agua suficiente para
dos años y medios. El primer año llegó atiborrado de guerras, de saqueos, de
abusos. Nos refugiamos, nos preparamos y nos endurecimos. Hicimos todo lo
necesario para defender y proteger a los nuestros. Los que no murieron en los
conflictos, se secaron en sus hogares, rodeados de sus amados, impotentes al
punto de siquiera poder generar una lágrima de dolor para derramar.
La muerte fue un
pariente cercano de todos y nuestros muertos se acumulaban en las fosas
comunes. Las fronteras cayeron. América del Sur se estableció como la mayor
potencia mundial gracias a Argentina, la
nación que mejor supo proteger sus recursos acuíferos. Europa y África fueron
los primeros continentes en convertirse en desiertos. Australia resurgió luego
de las primeras inundaciones, pero se había sepultado toda su flora y ya no fue
habitada. La Antártida desapareció con los deshielos y América del Norte y
parte de América Central se devastaron entre sí por el uso de armas de
destrucción masivas, disparadas en el afán de dominar terrenos todavía fértiles.
Asia se organizó rápidamente y parecía que podría sobrevivir, pero no pudo
reducir su superpoblación y agotó rápidamente sus reservas de agua en apenas
unos meses.
Fue en ese momento,
en medio del caos mundial, cuando surgió una esperanza. El biólogo molecular,
Dr. Virgilio Martínez, presentó ante el Consejo Sudamericano su estrategia para
hacer frente a la crisis que amenazaba con acabar con la vida por completo.
Su investigación
demostraba que podía generar una sustancia similar al agua basada en zinc,
sales minerales e hidrógeno. En su precario laboratorio había logrado obtener
aproximadamente un litro de Vitalina, nombre resultante de la palabra “vida” en
latín y Carolina, su hija muerta un año atrás. El proyecto estaba en una etapa
experimental y para poder llevarlo a cabo se necesitaban recursos que ningún
gobierno en pie disponía.
Para ese entonces,
los océanos, mares y ríos se habían evaporado y las grietas en la superficie
del planeta crecían como íconos de destrucción y muerte, cicatrices de un mundo
agonizante. Los científicos habían demostrado que los cálculos estaban errados
y el tiempo estimado era mucho menos extenso que lo pensado en primera
instancia.
Cuando el Consejo
estaba a punto de descartar el proyecto por considerarlo imposible de realizar,
el presidente de la zona central de América ofreció todos sus recursos, tanto
humanos como industriales, para poder construir la refinería necesaria para la
producción de Vitalina. Sin demora, los estados independientes que todavía
persistían dispersos por todo el mundo hicieron saber al Consejo que estaban
dispuestos a colaborar con el único plan que era factible a corto plazo y que
consideraban la única chance de la humanidad.
El Consejo aceptó
el proyecto y agotó todos sus recursos económicos en él. Durante 6 meses sólo
se podía ver a los hombres trabajando y a las máquinas cargando pesadas
estructuras. Los alimentos eran provistos por el gobierno y los organismos de
ayuda humanitaria eran los encargados de la preparación y la distribución. La
agencia SHIELD, desconocida hasta ese momento, fue la responsable de organizar
el trabajo, los turnos, los obreros y todo lo concerniente a la construcción de
la refinería.
La obra continuó
durante once meses de esfuerzo sin descanso. Los hombres entendieron que
trabajando en conjunto podrían resistir esta prueba. Cuando perdieron todo, sintieron
que todavía conservaban lo más valioso y que valía la pena luchar por eso. La
humanidad volvió a ser humana.
Dos días atrás se
agotó la última vertiente de agua de todo el planeta. Pero hoy, sobre los
escombros resecos de un mundo destruido, se inaugura en Sudamérica la primera
Refinería de Vitalina como emblema de otro mundo que nace. Sus gigantescos Vitaductos
llegan hasta tres de las ciudades más importantes del continente. Cuatro
refinerías más ya están en construcción y los hombres no escatiman esfuerzos ni
energías para terminarlas. Hay cinco más proyectadas en un futuro inmediato y
se planea poder tener una refinería en cada ciudad.
Hoy es un día
maravilloso.
me dió sed....
ResponderEliminarmuyy bueno!!!
Ly
Feliz día del Voluntario!
ResponderEliminar"Hoy es un día maravilloso". Y lo que haces, también lo es.
ResponderEliminarGracias por compartirlo Capitán!
BUENA HISTORIA! DIFERENTE A LO QUE HE LEÍDO DE USTED... ME GUSTÓ!
ResponderEliminar